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    Parte: 1, 2, 3


    "Tomando el lugar de los negros"

    Calvin Dark, residente de Siler City, valora la diversidad de su ciudad natal, pero reconoce que todavía hay tensión entre los latinoamericanos y los negros.
    Cortesia de Calvin Dark

    Calvin Dark pide la quesadilla de pollo en perfecto español.

    "Con arroz," dice Dark.

    Dark tiene 29 años, se graduó de la Universidad de Duke y habla con fluidez español y árabe. Vive en Washington, D.C. y trabaja para el gobierno de Marruecos, pero nació en Siler City y sus vínculos con la ciudad son profundos y muy fuertes. "Porque mi familia está aquí. Toda mi familia, por parte de mi madre y de mi padre."

    Conversamos mientras almorzamos en San Felipe, probablemente el restaurante más popular de Siler City. Es parte de un centro comercial que incluye un Wal-Mart relativamente nuevo, en la autopista que lleva fuera de la ciudad.

    Dark recuerda un día en el año 2000 cuando llevó a San Felipe a sus parientes afro-americanos mayores, después de su regreso de Argentina, donde había estudiado.

    "Quería practicar español," recuerda, "así que lo primero que les dije a mis padres es que quería comer comida mexicana. Al principio no estaban muy entusiasmados porque jamás la habían comido, no sabían qué era."

    David convenció a sus padres y por supuesto, para su sorpresa, les "encantó la comida. Eso fue hace unos años. Ir a un restaurante mexicano a comer fajitas o quesadillas no es . . . exótico ya."

    Dark sostiene que muchos residentes de Siler City, negros y blancos, tuvieron experiencias similares a las de sus padres. "Es por eso que este restaurante y otros han ayudado mucho a que la gente se abriera a la cultura, para permitirle a la gente de Siler City saber, sabes, que la gente [latinoamericana] come exactamente como nosotros."

    Pero los afro-americanos y los latinoamericanos se miran con recelo en Siler City, dice Dark.

    Nos lleva a lo que llama "el lado oscuro" (Dark side-juego de palabras con su apellido), un área modesta en el este de la ciudad con casas pequeñas y casas ambulantes rodeadas de árboles. Desde el jardín frente a la casa de su tía señala una media docena de casas visibles en un par de cuadras sinuosas.

    Las tías de Calvin Dark, Susan Alston and Zylphia ("Pookie") Dark. "Entiendo por qué vienen," dice Zylphia Dark de la nueva población latinoamericana.
    Foto de DL Anderson

    "Allí está la casa de mi abuela, que construyeron mi padre y mi tío Jimmy. La casa de mi tía Naomi está al lado. . . Y también la casa de mi tía Pookoe. Al lado de la casa de ella, está la de tía Betty. . ." La casa donde creció Calvin y donde su madre vive todavía está un poco más adelante.

    La familia Dark está emparentada con los negros de Silers, descendientes de los esclavos de la familia que le dio nombre a la ciudad. La familia ayudó a fundar una importante iglesia de la ciudad, First Missionary Baptist (Primera Bautista Misionera) a principios del siglo veinte.

    "Todos nosotros hemos estado allí toda nuestra vida," dice Susan Alston, tía de Calvin, "como una familia heredada."

    "Los negros sentíamos que teníamos un lugar aquí," dice Calvin Dark. "Alguna partes eran buenas y otras no." Los mayores de Dark crecieron en la degradante cultura segregacionista. "Mi madre jamás asistió a una escuela secundaria integrada. Pero era un lugar seguro. Siempre me sentí cómodo aquí. Pero, ¿la llegada de otro grupo? Fue muy tenso. Muy tenso."

    Sentadas en un sofá en la casa de Susan Alston, ésta y su hermana, Zlyphia Dark, entablan una discusión que capta la complicada relación entre los negros sureños y sus nuevos vecinos latinoamericanos.

    Zlyphia Dark, de 63 años, a quien la familia llama Pookie, acaba de jubilarse de su puesto de inspectora oficial de las plantas avícolas, "o sea que trabajé con los latinoamericanos. Son trabajadores, y entiendo por qué vienen, porque no [hay] trabajo [en sus países], y si eran pobre como cuando yo era chica, puedo comprender. Cuando uno trata de alimentar a la familia, uno hace lo que necesita hacer."

    Señalando que el trabajo que hacen los latinoamericanos en las plantas avícolas es matador, sostiene que "en realidad están tomando el lugar de los negros, lo que nosotros pasamos." Pero creo que Dios nos hizo a todos y nos ama. Y me esfuerzo por tratar a la gente como quiero que me traten a mí."

    La hermana menor, Susan Alston, no está de acuerdo. "Aceptamos que los hispanos vienen porque carecen de lo indispensable en México. Pero me pregunto, ¿podríamos hacer lo mismo? ¿Si quisiéramos irnos a México como una inundación?

    Y qué pasó con los haitianos, pregunta Alston, a quienes "dejaron ahogarse en el mar. ¿Quiere el país contestar por qué aceptamos una raza y mandamos a otra de vuelta? ¿Fue por el color?

    Alston and Zylphia Dark. Los hispanos, dice Alston, "ocuparon un lugar al que nosotros todavía no llegamos."
    Foto de DL Anderson

    Alston dice que es verdad que "todos somos humanos. Pero verlos [tratados con] los derechos que yo nunca tuve en la escuela secundaria, poder ir a una tienda sin sentir la opresión de que estoy robando algo o que me están vigilando . . . no odio a los hispanos. Simplemente pienso que ocuparon un lugar al que nosotros todavía no llegamos en el 2008.

    En las conversaciones sobre las tajadas que reclaman los negros y los latinoamericanos, se entiende, y raramente necesita mencionárselo, que los blancos todavía tienen la mayor parte. Mientras Siler City tiene algunos dirigentes negros electos y su primer jefe de policía negro, el poder político y económico está concentrado en las manos de los blancos, que ahora son una minoría en la ciudad.

    Sin embargo, cuando Cuadros reflexiona sobre el resentimiento expresado por algunos afro-americanos por lo que perciben como la aceptación de los inmigrantes latinoamericanos, confiesa sentir cierta solidaridad con los blancos.

    "Es una especie de situación sin salida para ellos," dice. "Si aprendieron algo del movimiento por los derechos civiles, de la historia con los afro-americanos . . . y luego [aplican] lo que han aprendido a este nuevo grupo de hispanos, entonces parece que los afro-americanos sienten que los llevan por delante, que 'No nos trataron de esta manera a nosotros y ahora los tratan de esta manera.' Entonces, ¿qué se supone que debemos hacer los blancos y los hispanos? ¿Recrear la historia otra vez, la opresión y la incomprensión? ¿O realmente aprender de la historia que hemos vivido, de las relaciones raciales en los Estados Unidos y en el Sur?

    Poder político

    El 10 de abril de 2006, casi exactamente seis años después del desordenado mitin de David Duke en Siler City, la ciudad ofreció una demostración política mucho más grande, y más notable en términos históricos. En respuesta a la falta de acción del Congreso en cuanto a la reforma inmigratoria, los activistas latinoamericanos organizaron protestas en ciudades de todo el país. En Carolina del Norte una de las más numerosas fue la de Siler City.

    "La marcha de David Duke quizás tenia doscientas personas," dice el propietario de radio Barry Hayes. "Esta tenía más de mil, quizás mil quinientas."

    Ilana Dubester de El Vínculo Hispano, quien ayudó a organizar el mitin pro-inmigración.
    Foto de DL Anderson

    Ilana Dubester del Vínculo Hispano, que tuvo un papel decisivo en la organización del evento, insiste en que el número era mucho mayor. "Calculamos que había alrededor de . . . cinco, seis, siete mil personas," muchas de otras ciudades de Carolina del Norte que decidieron aparecer de improviso en Siler City.

    Multitud de latinoamericanos y otros partidarios de la reforma inmigratoria caminaron pacíficamente por las calles de la ciudad gritando "¡Si, se puede!" antes de reunirse frente al Ayuntamiento para escuchar discursos y vitorear.

    No fue un acto colérico," dice Dubester, que habló en el mitin. "Era realmente sobre inmigración y solidaridad. Y mucha gente habló, muchos líderes afro-americanos hablaron y mucha gente se aproximó al micrófono y pidió hablar."

    Pero algunos en la ciudad, blancos, negros y hasta hispanos, dicen que la marcha fue un revés al mejoramiento de las relaciones-que se percibió como una intimidatoria exhibición de fuerza.

    "Creo que la ciudad pensó que no era la manera correcta de conseguir algo," dijo Hayes. "[Que] si querían pedir algo o ganar la buena voluntad de la comunidad, la manera en que lo estaban haciendo no era correcta."

    Cuando oye estos comentarios, Dubester no intenta disculparse. "Es una m___," dice rotundamente. "Quiero decir, de eso se trataba. . . Está bien si somos invisibles, está bien si estamos callados, está bien si nos escondemos en nuestras casas, está bien si nos rompemos la espalda y nos retorcemos las manos cortando su maldito pollo. Pero que nosotros nos paremos frente al Ayuntamiento de ustedes pidiendo mejores servicios, pidiendo una vida mejor y un futuro mejor, eso es demasiado. 'Ustedes morenos se salieron de su lugar.' Sí. Queremos un nuevo lugar. Miren cuántos somos aquí. Tenemos poder en esta ciudad. No tenemos poderes realmente, en términos de representación o nada, no los tenemos, ¿verdad? Pero miren lo que está pasando y miren lo que podemos hacer."

    ¿Aceptación?

    "Cuando hablo de esas cinco etapas, sabe, se trata de la pérdida de la cultura," dice Cuadros-queriendo decir, la pérdida de una cultura dominada por una mayoría blanca o 'anglo'. "La cultura está cambiando. Y eso es lo que hace que el asunto sea tan volátil."

    La última etapa, después del rechazo, las negociaciones, la ira y la depresión, es la aceptación. "No creo forzosamente que Siler City esté totalmente en esta etapa," dice Cuadros. "Pero no hay tanta ira como solía haber."

    A menudo es en las escuelas donde se observan las tensiones raciales de los Estados Unidos, y los progresos. Siler City no es una excepción. La administración de la escuela se apresuró a admitir que un gran porcentaje de padres blancos ha tratado de eludir el aluvión latinoamericano mandando a sus hijos a una 'escuela charter' (escuela pública experimental), blanca en su mayor parte. Al mismo tiempo, muchas otras familias, de todas razas, han permanecido en las escuelas estatales, y la ciudad abrió una segunda escuela primaria en 2007 gracias al crecimiento de la población escolar provocado por la inmigración latinoamericana. Esa escuela, Primaria Virginia Cross, tiene más del 70% de estudiantes latinoamericanos.

    Cuadros y su equipo de fútbol masculino. Los deportes de la escuela secundaria han sido una fuente de conflicto y un lugar donde los residentes de Siler City han encontrado intereses comunes.
    Foto de DL Anderson

    En la opinión de muchas personas, los deportes escolares también han servido como puente cultural entre los residentes permanentes y los recién llegados latinoamericanos. "La parte más visible de una escuela está en los campos de atletismo," dice Cuadros.

    Cuadros encontró una fuerte resistencia de la administración escolar a fines de la década del 90, cuando propuso por primera vez crear un equipo de fútbol en Jordan-Matthews. El fútbol es muy popular en muchas escuelas urbanas y suburbanas de Carolina del Norte, "pero Siler City es fanática del fútbol americano, una ciudad de deportes tradicionales" dice Cuadros. En una ciudad dedicada al fútbol americano, al baloncesto y al béisbol, el fútbol parecía de otro planeta. "Yo no lo había presentado como una válvula de escape para los estudiantes hispanos," dice Cuadros. "Siempre como un programa abierto a todos los que pudieran jugar. Pero muy pronto se lo vio como algo para los estudiantes latinoamericanos de la escuela."

    El director de la escuela ofreció "una letanía de excusas" por no crear un equipo a pesar de las peticiones de los estudiantes que querían jugar, dice Cuadros. No había "lugar para que practicaran, lugar para que jugaran. No iban a poder jugar en el campo de fútbol americano. No había medios para comprar los artículos deportivos. No había suficiente número de chicos que reunieran los requisitos académicos para jugar para el equipo."

    Cuadros recaudó fondos para los artículos deportivos, reunió personal de entrenamiento, con él mismo a la cabeza, y ayudó para que algunos de los posibles jugadores del equipo tuvieran mejores notas. La respuesta todavía fue negativa. "En ese momento me pareció que la respuesta siempre iba a ser negativa."

    Pero Cuadros encontró un aliado en los miembros de la comisión del condado, quienes hablaron con el superintendente. Mientras tanto la escuela tenía un nuevo director que era más accesible. Cuadros buscó el patrocinio de la comunidad financiera.

    "Vino a nuestro Rotary," recuerda John Pleasants, nativo de Siler City y esposo de Jenny Pleasants. "Y más gente intervino y decidieron actuar y fundar un equipo de fútbol y permitir el uso del campo."

    Cuadros llevó al equipo de fútbol masculino a un título estatal en 2004.
    Cortesia de Paul Cuadros

    Como narra en su libro, Cuadros dirigió el equipo masculino de Jordan-Matthews para lograr en 2004, sólo en su tercer año, el título estatal para pequeñas escuelas. Esa Navidad, el equipo, en su mayoría latinoamericano, participó en el desfile de la ciudad.

    "Fue muy importante," Cuadros dice del campeonato. "Ayudó a hacerle entender a la gente que si se les da una oportunidad y una cancha, los chicos podían competir contra quien fuera. También hizo que los residentes permanentes miraran a los chicos como si fueran propios. . . Estos chicos no eran solamente latinoamericanos. Eran Jets."

    Ahora, dice John Pleasants, sentado en la tribuna mirando el último partido de su hija en Jordan-Matthews, hay "mucha participación" en los equipos de fútbol de la escuela, incluyendo la de estudiantes no latinoamericanos. "El equipo femenino, como ves, ha logrado gran camaradería. No les importa el origen de las chicas. Son muchachas fantásticas y les gustar estar juntas."

    En otra sección del público, Francisco está sentado con sus dos hijas pequeñas, Helen y Madeline, mirando a su hija, Debra, jugando como zaguera de la defensa de su equipo, Lady Jets. "Es hermoso," dice Francisco sobre la experiencia. "Estamos apoyando a nuestras hijas."

    Cuando le preguntamos cómo se llevan las chicas del Lady Jets, Debra dice que le gusta que haya "chicas diferentes" en el equipo. "Especialmente las chicas blancas, porque llegas a conocerlas mejor y te das cuenta de que no es como otros dicen de que a veces son racistas. . . Las chicas, bueno, nos invitan a sus casas y tienen comida y juegos . . . Es genial. Pienso que es bueno tener amigas que vienen de países diferentes . . . porque aprendes de ellas y ellas aprenden de ti."

    Mirando el último partido de Lady Jets en su propia cancha, Jenny Pleasants vitorea a voz en cuello a su hija y sus compañeras. La nativa de Carolina del Norte que unas semanas antes se quejó de la dificultad de pronunciar los nombres de las jugadoras latinoamericanas ahora parece estar agarrando la onda. "Vamos, Yadira!", Pleasants le grita a una de las estrellas del equipo, Yadira Santana. "¡Bien hecho! ¡Buena jugada!"

    Confundidos

    La Avenida Chatham en el centro de Siler City, N.C. Siler City y otras ciudades similares están lentamente resolviendo el conflicto causado por los cambios demográficos.
    Foto de DL Anderson

    En el verano de 2008, Pilgrim's Pride, una de las dos plantas más grandes de procesamiento de pollos, cerró y le costó más de ochocientos empleos a la ciudad. Algunos de los latinoamericanos que habían perdido sus trabajos abandonaron la ciudad, pero no hubo un éxodo masivo. Muchos latinoamericanos tienen familiares que trabajan en otras industrias aparte de la avícola. Dicen que han echado raíces en Siler City y esperan poder quedarse.

    Nadie afirma que Siler City ha resuelto las tensiones raciales y étnicas-ni cerca. Pero muchas de las personas de la ciudad, de todos los colores, expresan orgullo de que la comunidad haya llegado tan lejos, especialmente desde el siniestro día cuando David Duke vino a la ciudad.

    Durante los últimos años, el debate nacional sobre inmigración ha estado dominado por preguntas acerca de los inmigrantes indocumentados o ilegales. Es un legítimo debate sobre las normas, pero Paul Cuadros mantiene que lo causa algo más: la clase de cambio demográfico y, en última instancia, de cambio cultural por el que Siler City y cientos de otras comunidades están pasando, con diversos grados de éxito y conflicto.

    "Se puede deportar a los doce millones de inmigrantes indocumentados," dice Cuadros, "pero el cambio demográfico aún va a ocurrir. Sabes, 2050 aún va a ocurrir."

    Recientemente el gobierno de los Estados Unidos puso al día su previo cálculo de que los estadounidenses blancos serían la minoría en 2050. El gobierno ahora dice que es más probable que ocurra antes, alrededor de 2042.

    "Es todo sobre cuándo el país cambia mayoría-minoría" dice Cuadros. "Se confunde todo. Y esa pérdida de poder, números, lo que sea . . . esto asusta a la gente. Pero el cambio es inevitable. Es una de las leyes físicas del universo. Nada permanece igual; todo cambia. Y eso es bueno."


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