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    Parte: 1, 2, 3


    Ira

    Barry Hayes, el "Oso del Aire," dentro de los estudios de WNCA en Siler City, N.C., el 30 de julio de 2008.
    Foto de DL Anderson

    Antes de la invasión de los inmigrantes latinoamericanos, Siler City tenía la "típica composición de un pueblo de Carolina del Norte," dice Barry Hayes, propietario y operador de la única estación de radio de la ciudad, WNCA AM 1570. Nos encontramos con él en la estación de radio, sita en la carretera 64, al oeste de la ciudad. Es un edificio bajo con una antena parabólica blanca sobre el césped. Hayes está a cargo de la programación matutina, de seis a nueve. Con una frase que suena repetida, agrega con una sonrisa, "También soy el personal de limpieza y el jardinero."

    Nacido en el centro del estado, Hayes se mudó a Siler City en 1982. "Vine para hacerme cargo de esta estación de radio y simplemente me enamoré de la ciudad. . . Era una ciudad rural, una ciudad de obreros. Quizás un setenta por ciento blanco y un treinta negro."

    Siler City también era "una ciudad industrial moribunda" en la década del 80, dice. Vio cómo desaparecían cientos de empleos. "Veíamos como se reducía la industria textil, veíamos como se reducía la industria mobiliaria, veíamos como se reducía la fábrica de algodón, y continuaron reduciéndose durante los veinte años siguientes."

    Mientras tanto, la industria avícola, que había sido un puntal de Siler City durante décadas, experimentaba una enorme expansión en todo el sudeste, justo cuando los blancos y negros que habían tradicionalmente trabajado en las plantas comenzaron a mirar con desprecio el trabajo con los pollos. El trabajo en las plantas avícolas es notablemente peligroso, repetitivo, y de baja paga, para no mencionar que también es mal oliente, húmedo y, a menudo, sucio."

    "Y de esta manera," dice Hayes, "comenzaron a atraer a los hispanos a esta región."

    Ilana Dubester no era una pobre inmigrante de América Latina buscando un trabajo cualquiera, pero llegaría a tener un rol significativo en la ciudad. Creció en Brasil, una mujer de la clase media que se consideraba blanca, no hispánica. Fue a vivir en Chicago con el que era entonces su marido, y en 1991 se mudaron a Carolina del Norte para comenzar una hacienda orgánica.

    Hablamos con Dubester mientras paseamos por la avenida Chatham, la arteria principal de la ciudad. Señala que el centro se ve muy próspero estos días. Gran cantidad de los locales están ocupados, muchos por tiendas y restaurantes cuyos propietarios son latinoamericanos.

    No era así a comienzos de la década del 90. "Era . . . ¿cómo decirlo de una manera diplomática? Una escena deprimente. . . Había unas pocas tiendas en el centro pero en la mayor parte, [estas] dos calles en la avenida Chatham, había locales cerrados con tablas. No había nada."

    Al mismo tiempo, Dubester comenzó a notar lo que no esperaba en Siler City: más gente morena que hablaba español. Pronto se enteró de que habían venido a trabajar en las plantas avícolas, reclutados agresivamente por Townsend y Gold Kilt, especialmente en México, dice. "Y las compañías ofrecían bonificaciones a los que traían más gente, porque tenían una verdadera escasez de trabajadores."

    Ilana Dubester en la Avenida Chatham. Dubester ayudó a fundar Hispanic Liaison, o El Vínculo Hispano, de Siler City.
    Photo by DL Anderson

    Para el año 1995, Siler City albergaba varios miles de latinoamericanos y Dubester tenía una nueva vocación. Ayudó a fundar Hispanic Liaison o El Vínculo Hispano, unas de las primeras organizaciones de servicio y apoyo para los latinoamericanos en Carolina del Norte.

    A mediados de la década del 90, recuerda, los residentes comenzaron a darse cuenta de que la creciente población latinoamericana no era un fenómeno pasajero. Ese año la ciudad nombró un Grupo de Trabajo Hispano para tratar lo que se veía como crecientes problemas y mala comunicación.

    Barry Hayes, el propietario de la estación de radio, dice que los residentes permanentes se estaban impacientando.

    "La vivienda era un problema," dice. "Teníamos gente [latinoamericana] que ocupaba las casas disponibles y luego invitaba a sus parientes a venir y en poco tiempo teníamos una casa con diez, quince, quién sabe, veinte personas viviendo en una casa, y estacionaban los autos en el jardín y colgaban la ropa en los arbustos y así todo."

    Era razonable, dice Hayes, que los líderes de la comunidad les ofrecieran a los recién llegados instrucción "sobre nuestro modo de vida en Siler City."

    El Grupo de Trabajo Hispano comenzó mal, dice Dubester, porque no se incluyó ningún miembro hispano. Luego, produjeron un folleto para instruir a los latinoamericanos sobre las "expectativas" de la comunidad.

    "El español [del folleto] era verdaderamente malo. Era difícil de entender, había partes que no tenían sentido, pero trataba sobre la basura en el patio, la violencia doméstica, las drogas. Como que en este país no está bien pegarle a tu mujer. Era un folleto muy ofensivo y daba por sentadas muchas suposiciones sobre nosotros y quiénes somos y quiénes no somos y qué hacemos, y era todo sobre que somos un montón de criminales y que tenemos que aprender a comportarnos."

    Cuando finalizaba la década del 90, dice Paul Cuadros, el entrenador de fútbol y escritor, muchos de los residentes permanentes de Siler City pasaron de la negación y la depresión a una nueva etapa: la ira.

    "Y eso es lo que vimos en 1999, 2000 en Siler City: mucha ira que eventualmente desbordó y culminó en una marcha contra la inmigración que creo que la ciudad está aún tratando de olvidar. La marcha de David Duke.

    El Gran Mago

    Simpatizantes en un mitin de David Duke en el Ayuntamiento de Siler City, N.C. Duke fue otrora director del Ku Klux Klan.
    Foto de Paul Cuadros

    Invitado por un pequeño grupo de racistas blancos locales, a principios de abril del 2000, el visitante David Duke puso a Siler City embarazosamente en las noticias. El antaño Gran Mago de los Caballeros del Ku Klux Klan, representante estatal de Louisiana, y fallido candidato a otros puestos oficiales más altos, habló frente al Ayuntamiento.

    "Quizás tenían unas 50 ó 60 personas" que eran obviamente simpatizantes de Duke, recuerda Ilana Dubester. Los admiradores de Duke llevaban carteles anti-inmigratorios y algunos llevaban chaquetas adornadas con la bandera de guerra de la Confederación. Superando el número de los fieles seguidores de Duke había unos doscientos observadores curiosos, manifestantes opuestos, y oficiales de la policía.

    "La razón por la que estamos aquí hoy," dijo Duke, su voz magnificada por parlantes, "es porque sentimos un profundo y permanente amor por nuestro patrimonio cultural. Por esta ciudad que los padres y madres de ustedes, y los abuelos, y los bisabuelos y bisabuelas, construyeron con su sudor y su sacrificio y su visión."

    Oscilando entre un tono xenófobo y uno vagamente populista, Duke culpó de esta afluencia de "extranjeros ilegales y ciudadanos nacidos en otros países" a las compañías avícolas que los contratan "para ahorrar unos pocos pesos. Y me imagino que lo hacen para desplumar los pollos. Pero permítanme que les diga, no son solamente los pollos los que están siendo desplumados en Chatham County!

    "Damas y caballeros," continuo diciendo Duke, "¿qué se supone que debemos hacer? ¿Quedarnos callados? ¿Simplemente mantener la boca cerrada mientras se nos arrebatan nuestro país y nuestra comunidad y nuestra ciudad y nuestras escuelas y nuestro patrimonio? . . . ¡Yo digo que no! ¡Yo digo que nunca!

    "Esto no representaba la mentalidad de Siler City en absoluto," dice Barry Hayes, de la Radio WNCA. "Y cuando ocurrió bajamos la cabeza y esperamos ansiosamente que se esfumara."

    Quizás no, dice Ilana Dubester, que en aquel momento era la directora del Vínculo Hispano. Pero mi opinión es que, si la manifestación hubiera sido organizada por algún destacado ciudadano y no asociada con el KKK, con el Gran Mago, habría habido mucha más gente. Pero porque tenían al KKK, con David Duke, quiero decir, ¿quién quiere ser visto con el KKK? Pocas personas. Sabemos quiénes son. Tenemos sus fotos. Pero no mucha gente está dispuesta a hacer esto hoy en día."

    Como consecuencia de la embarazosa visita de Duke, Chatham County fue el tercer condado de Carolina del Norte en establecer un comité sobre los derechos humanos. El distrito escolar local, con mayores fondos provistos por el condado, amplió significativamente sus programas de ESL (Inglés como segunda lengua) y finalmente estableció un innovador programa educacional bilingüe en la Escuela Primaria de Siler City.

    Los líderes económicos de la ciudad tomaron medidas para mejorar las deficientes viviendas para las personas de bajos ingresos donde vivía la mayoría de las familias latinoamericanas, y para ayudar a algunos hispanos a mudarse de los barrios de tráileres a vecindarios más integrados, reduciendo lo que el Jefe de Policía Gary Tyson llama las "barriadas" de la ciudad.

    Hay un definitivo acuerdo de que el mitin de David Duke marcó un momento decisivo en Siler City-para mejor. El antaño Gran Mago forzó a los residentes y a sus conductores a tomar una posición, dice Cuadros. "¿Iban a estar con David Duke y el Klan contra la población latinoamericana o iban a tratar de encontrar algún tipo de acuerdo para poder vivir [juntos] en la ciudad?"

    Aprender el código

    Todas las partes coincidieron en buscar un acuerdo. Durante años, algunos de los residentes de Siler City estaban sumamente irritados por la costumbre de los latinoamericanos de tirar basura en los jardines o dejar muebles en frente de las casas. Ahora, hay empleados del Ayuntamiento y defensores de los derechos de los hispanos trabajando juntos para minimizar estos resentimientos.

    Un día a fines de abril, Tim Riffe se dirige a las oficinas del Vínculo Hispano en el centro de Siler City en un automóvil del ayuntamiento, y recoge a su amiga, Marcia Espínola, empleada en el Vínculo.

    Marcia Espínola and Tim Riffe, que trabajan juntos para hacer cumplir el código de la ciudad en los barrios hispanos.
    Foto de DL Anderson

    Riffe es un hombre maduro, nativo del estado, con barba y cola de caballo; es el empleado del ayuntamiento a cargo de hacer cumplir las leyes. "Hay una serie de pautas en el código de la ciudad, o leyes, en realidad son leyes, que se ocupa de la estética y cosas semejantes . . . y mi tarea es hacerlas cumplir - y tratar de usar guantes de seda para llevarlo a cabo. Trato, comprende, de no asustar a nadie para que haga algo. Lo pido amablemente."

    Hoy lo ayuda como voluntaria Espínola, una inmigrante chilena que es la Directora Asociada a cargo. Suben al auto de Riffe y parten en dirección a uno de los domicilios que Riffe tiene en su tablilla. Otros días visita los hogares de residentes blancos y negros que violan los estatutos de la ciudad en el mantenimiento de su propiedad; hoy, con Espínola a su lado, se concentra en los hogares donde se habla español.

    "Tim hace un buen trabajo," dice Espínola. "El problema es que no habla mucho español. Estamos de acuerdo en que la comunidad hispana necesitaba ayuda."

    En una casa con un sofá en el porche, un hombre latinoamericano abre la puerta y Espínola se presenta y lo presenta a Riffe. Le explica al hombre que debe quitar el sofá, y también las pintadas de la puerta del garaje. Le explica que puede poner el sofá en la acera y el ayuntamiento lo recolectará sin cargo alguno.

    Riffe interviene para decir que comprende que quizás el hombre no pintó los graffiti, que otra persona lo pudo haber hecho.

    "Ya se lo dije," dice Espínola riendo.

    Riffe se ríe. "No tenía ni idea de lo que decías."

    "¿Quieres decir algo más? le pregunta Espínola.

    "Simplemente agradecerle su cooperación," dice Riffe. "Thank you. Gracias."

    Espínola en El Vínculo Hispano. Dice que la colaboración con Riffe ha ayudado a Siler City.
    Photo by DL Anderson

    En el auto, camino a otra casa, Riffe dice que comprende a estos antiguos campesinos que cayeron en una ciudad donde el cuidado del jardín es una alta prioridad cultural.

    "Sabes que algunas de estas personas vienen de condiciones de vida verdaderamente miserables," dice. "Y, sabes, no conocen las costumbres y demás."

    "Algunas personas dicen, bueno, los hispanos no limpian sus jardines y todo eso," agrega Espínola, "pero quizás es porque no comprenden la lengua. Porque el año pasado, después de que fuimos a hablar con ¿diez lugares?, ¿veinte lugares?, todos limpiaron sus casas.

    Riffe ha estado haciendo este trabajo durante ocho años. "No es ni por lejos tan malo como cuando vine," dice.

    La colaboración del Vínculo Hispano con Riffe es "una gran ayuda para la ciudad y para Tim," dice Espínola. "Pero más importante, [es una] ayuda a la comunidad hispana."

    Y con un poco de suerte, agrega con una sonrisa burlona, "va a hablar español el año que viene."

    "Ja," dice Riffe. "Sé unas cien palabras en español. Quizás doscientas ahora. ¡He estado estudiando!


    Continúe a la parte 3

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