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  • La Visa Matrimonial

    Parte: 1, 2, 3


    Un nuevo obstáculo

    Sue y Juan aprobaron la entrevista mantenida con el funcionario del Departamento de Estado. Ahora, podían presentar la solicitud para que Juan se convirtiera en extranjero con residencia permanente condicional. Juan no reunía aún los requisitos para solicitar la visa como residente permanente porque él y Sue habían estado casados menos de dos años.

    En octubre de 2006, la visa de Juan como residente condicional había sido aprobada y quedaba pendiente la dispensa de la prohibición de volver a ingresar en los Estados Unidos hasta que hubieran transcurrido diez años ya que él había vivido en el país como inmigrante ilegal.

    Ahora, Sue tenía que demostrar que dicha prohibición le causaría extrema dificultad. Tenía que defender su caso por carta, situación que según dice, le resultaba muy difícil.

    Sue mencionó la muerte de su hermano y lo difícil que le resultaba estar separada de su familia en los Estados Unidos. También mencionó su interés por continuar sus estudios de grado y la falta de oportunidades educativas y profesionales en Honduras. Presentó el certificado de defunción de su hermano junto con cartas de apoyo recibidas de amigos y familiares.

    Todos los días Sue llamaba por teléfono a la recepcionista de la embajada para ver si había novedades. Pasaron cinco meses hasta tener una respuesta. Nunca tuvo ningún contacto con la persona que analizó su petición de dispensa.

    Finalmente: la decisión

    El día que Sue y Juan recibieron finalmente la notificación, Sue tenía un mal presentimiento. La pareja concurría habitualmente a la embajada y ese día habían ido para solicitar una visa de turista para el padre de Juan. "Ya estábamos allí así que yo sugerí que fuésemos más temprano y preguntásemos por la dispensa".

    Sue no pudo dejar de advertir la angustia de una mujer hondureña cuya dispensa acababa de ser denegada. Sue y Juan se aterraron. "Lo único que pensaba era que nos iban a rechazar", recuerda Sue. Después de esperar una hora, una recepcionista les informó que la dispensa de Juan había sido autorizada dos semanas antes. Les habían enviado una notificación por correo pero ellos no la habían recibido todavía.

    Sue gritó de alegría cuando se enteró de la buena nueva. "No puedo describir ese momento. Uno no se da cuenta de la opresión que siente hasta que se la saca de encima. Se depende en tal medida de una decisión que toma otra persona que ni siquiera te conoce".

    Una vida normal

    Juan y Sue volvieron a Minnesota en mayo de 2007. En total, les llevó un año y medio obtener la tarjeta verde de Juan. Sue calcula que los trámites les costaron unos US$2000. Otros gastos adicionales fueron los exámenes médicos de Juan y los gastos de traducción y legalización de documentos. Finalmente, no utilizaron los servicios de un abogado inmigratorio. Mientras estuvieron en Honduras, ganaron muy poco dinero y vivieron de los ahorros que tenían.

    Sue dice que ella y Juan son afortunados por muchas razones. Piensa que si Juan hubiese sido mexicano, quizá la historia no habría tenido el mismo final feliz. México es un país más grande que está más cerca de los Estados Unidos y hay más personas que solicitan visas: esto podría significar demoras más largas en los trámites.

    Sue reconoce que Estados Unidos no es un país perfecto pero está contenta de estar de regreso y volver a tener su libertad. Ahora Juan puede trabajar legalmente. Quiere mejorar su inglés y empezar a estudiar de nuevo. "Tenemos sueños que ahora podremos realizar", dice Sue.

    Muy pronto la pareja venderá sus muebles, cargará sus pertenencias en su automóvil y saldrá de Minnesota con rumbo a Flagstaff, Arizona. Sue piensa empezar sus estudios de grado en el otoño. Ambos quieren estar más cerca de la familia en Colorado y vivir en una comunidad en la que haya más latinos.

    Como inmigrante ilegal, Juan dependía de Sue. En Honduras, Sue dependía de Juan. Ahora, cada uno tiene su trabajo, sus amigos y sus actividades. Finalmente, dice Sue, tenemos "una vida normal".


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